SANAR ES MALO PARA ALGUIEN

12 de Junio de 2020

El ser humano tiene algo maravilloso, una virtud que, personalmente, valoro sobremanera: la ingenuidad. Suelo decir que “prefiero confiar siempre y que me engañen 10 veces a pasarme la vida desconfiando”. Como Rousseau, el más ingenuo de los filósofos, confío en la bondad natural de nuestra especie. Presiento que, al final, la luz que esencialmente somos, acabará ganando a la oscuridad. Ciertamente, a veces pareces estrellarte con otra realidad, sin embargo, eso no me hace perder la confianza. Lo que ocurre, en mi opinión, es que a menudo somos parasitados. O bien por el miedo, por la ambición o, realmente, por entidades parásitas que pululan, según los entendidos, en una dimensión llamada el “bajo astral”. No importa: “eso” no somos nosotros. Pero “eso” está ahí y compromete la evolución personal y espiritual de muchas personas. Y si esos hombres y mujeres parasitados tienen poder, pueden comprometer, a su vez, la integridad de quienes estén bajo su influencia. 

 

Con este preludio y considerando el contexto de emergencia sanitaria en que nos hallamos, especulemos si habrá instituciones a las que pudiera no convenirle nuestra sanación e, incluso, que pudieran estar implicadas en nuestra enfermedad o en un estado de deterioro progresivo y de muerte prematura. Suena perverso, ¿cierto? Nuestro lado luminoso se resiste a concebir tales extremos. Pero ¿saben? En mis pesquisas he descubierto que existe, desde 1980, un polémico monumento en USA, llamado “Las piedras de Georgia” donde se grabaron, en losas de granito de 100 toneladas, unos “mandamientos”, aparentemente ecológicos, siendo el primero de ellos el siguiente: “Mantener la humanidad por debajo de los 500 millones”. El tipo que pagó su construcción desapareció misteriosamente, sin embargo, se ha relacionado siempre a grupos de poder y sociedades secretas. También he sabido que existió desde principios del siglo pasado una agrupación llamada la American Eugenic Society. La AES describió la eugenesia como el estudio para mejorar la composición genética de los humanos a través de la reproducción controlada. Dicha institución, por medio de la Liga Estadounidense de Control de la natalidad, se convirtió en parte de Planned Parenthood en 1942. Los partidarios de la eugenesia creen que las personas heredan enfermedades mentales, tendencias criminales e incluso pobreza y que estas condiciones se pueden "extraer" del acervo genético humano a través de la esterilización forzada. Uno de los miembros notables de Planned Parenthood, Williams Gates Sr. (¿de qué les suena el apellido?) hablaba de “malas hierbas” para referirse a esa parte de la población susceptible de ser eliminada para mejorar la raza. Tiempo después, la Fundación Bill y Melinda Gates fueron algunos de sus grandes financiadores, para que finalmente, el grupo filántropo se encontrase asociado con la Organización Mundial de la Salud (OMS) y UNICEF. Por otro lado, en 2010, la Fundación Gates compró acciones en Monsanto valoradas en más de $23 millones. La evidencia de que los OGM (organismos genéticamente modificados) causan enfermedades se ha ido acumulando durante décadas, a medida que crece la lista de países que prohíben su importación y cultivo. Bill, sin embargo, promueve abiertamente los OGM como la “respuesta” al hambre en el mundo, pero muchos piensan que esto es exactamente lo mismo que cuando el ejército británico entregó pequeñas mantas infestadas de viruela a los desesperados indios estadounidenses durante la guerra.

 

Entonces, ¿para quién sería malo que nos hiciéramos cargo de nuestra salud y lográsemos mantenernos sanos hasta alcanzar una respetable vejez? ¿Qué sería del sueño eugenésico labrado en las piedras de Georgia? Hay circulando una de esas citas sabias y anónimas que reza: “El negocio no es sanar a los enfermos, sino enfermar a los sanos”. Sería estupendo que una deportiva ingenuidad no nos hiciera perder la perspectiva de que hay personas estupendas y son mayoría, pero también hay otras, pocas pero muy influyentes, cuyos parásitos los han polarizado hacia la oscuridad y estarán dispuestos a cualquier cosa por beneficios de muy cuestionable ética. ¿Qué haremos ante ello?

 

 

 

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Versión en vídeo del lunes 15 de Junio

COMENTARIOS

LORENA CONTRERAS. Fecha: 21/06/20

 

Rescato lo de la ingenuidad y la confianza en la bondad natural de nuestra especie, pues lo comparto plenamente. Lo que me sonó disonante, y haciendo honor precisamente a esa ingenuidad, no me cierro a concebir la idea de que efectivamente haya energías del bajo astral involucradas en todo lo que está ocurriendo, pero no por ello, deseo enfocar mi energía en ello, porque hacerlo les da aún más fuerza y porque también siento que no aporta.

La crisis ya está desatada y en lo real del día a día siguen los contagios y peor aún, las muertes. Entonces me pregunto ¿servirá de algo enfocarse en esas ideas de conspiración?. Mi corazón me dice que lo que me toca es tratar de contribuir a no propagar el contagio, cuidarme y cuidar, que en medio de tanta incertidumbre, temor y angustias, enfocar mi energía hacia el lado contrario, es decir, aprovechar este tiempo de confinamiento para crear, recrear, profundizar, afianzar vínculos, reformular creencias, actitudes, pensamientos, en fin. Lo que quiero expresar es que, como muchos y muchas lo están haciendo, en vez de invertir tiempo y energía en provocar con opiniones, pensamientos, creencias y comentarios un desazón o desesperanza mayor, o incluso una posible incubación de resentimiento, impotencia y malestar, ¿qué tal si mejor miramos el otro lado de la moneda y tratamos de avanzar, de la mejor manera que podamos desde nuestras propias circunstancias y posibilidades a contribuir para elevar la vibración y energía personal y del planeta?.

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